Las campanas
tañen a lo lejos…
El sol se oscurece,
las estrellas
caen del cielo…
Los sellos se han roto,
las hordas del caído
reclaman su reino
perdido…
Un frío viento
recorre la tierra…
El más hermoso
de los ángeles ha regresado…
Sin odios,
sin sed de venganza,
solo lo acompaña
su infinita tristeza,
la dulce melancolía
que desde hace siglos lo aqueja…
A su alrededor
el caos,
la guerra,
los ejércitos se enfrentan…
Pero Él solo
busca el Edén,
ese primigenio
paraíso del cual
fue expulsado…
Hombres y mujeres
escogen su bando,
para engrosar así
la interminable fila de mártires…
Al final Él ha hallado
los dos ríos,
el árbol del Bien y del Mal.
A su sombra reposa,
descansa…
Después de eones
de exilio ha regresado a casa.
Cierra los ojos,
una lágrima
de alivio,
por siglos contenida,
desciende por su rostro.
No importa quien gane.
No importa quien pierda.
Ha abdicado al infierno.
Ha renunciado al cielo.
Él ha regresado,
ha recuperado el Paraíso
que el creador
le había arrebatado…